Una oda a las quesadillas

Una oda a las quesadillas

Fotografía: Graydon Herriott.

Ah, la quesadilla: tan sencilla como satisfactoria.

¿Hay algo mejor que tener un pequeño antojo (o antojo) de algo caliente y nutritivo y rascarse esa comezón con una tortilla caliente rellena de delicado queso derretido y un chorrito de salsa fresca? Algunas personas, especialmente las de Ciudad de México y el centro de México, dirían que ni siquiera hace falta el "queso" para que sea una quesadilla: basta con una tortilla y tu guiso favorito, como espinacas cocidas, champiñones salteados, tinga de pollo, picadillo o chorizo y papas. Pero hay otro grupo de gente que no podría imaginarse una quesadilla sin ese característico queso fundido, elástico, fibroso y pegajoso, que lo une todo y le da ese efecto de "pegarse a las costillas".

No importa de qué lado estés, debes saber que no hay una forma incorrecta de hacer una quesadilla. Y aunque no hay reglas cuando se trata de hacer quesadillas, tenemos algunos consejos para compartir: 

  1. Empieza con una buena tortilla. Cuando preparas algo sencillo, lo importante es la calidad de los ingredientes. Una tortilla casera llevará tu quesadilla a otro nivel. Asegúrate de que ambos lados de la tortilla estén calientes, y por lo tanto flexibles, antes de intentar doblarla.   
  2. Elige tu queso. A nosotros nos encanta el queso Oaxaca o quesillo, que tiene un sabor suave que combina bien con otros rellenos. Otra opción es el requesón o ricotta. Combina muy bien con espinacas y champiñones y crea una textura ligera y aireada que es un divertido contraste con la textura ligeramente crujiente de una tortilla caliente del comal. Otras opciones son Chihuahua, mozzarella o Monterey Jack. Pero el cielo es realmente el límite. Diviértete mezclando y combinando según tu antojo.  
  3. Busca ideas en la nevera. Las mejores quesadillas aprovechan sobras de pollo asado, verduras asadas, frijoles refritos, etc. Es una forma estupenda de aprovechar los restos que tienes en la nevera. 
  4. Calienta la salsa. La salsa fría, recién salida del frigorífico, nunca es una buena idea. Nos gusta que esté a temperatura ambiente o incluso templada (el colmo del lujo). Añade un chorrito a tu quesadilla mientras aún está en la sartén o calienta un pequeño Tazón en el fuego o en el microondas para servirlo al lado. ¿Te gusta el sabor a vinagre de la salsa embotellada? Elige Cholula o Valentina, que puedes guardar en la encimera o en la despensa a temperatura ambiente. 
¡Provecho!